Pensar en Lisboa me genera amor. La capital de Portugal fue la primer ciudad europea que caminé. Mis primeros minutos de aventura en el viejo continente fueron ahí. Todavía estoy escuchando el ritmo de “Despacito” (que parecía perseguirme desde Argentina hasta donde fuese) sonando en un restaurant que estaba por abrir sus puertas. Eran las 9AM, yo acababa de aterrizar y ya me había tomado ese metro tan porteño, que me depositaría en la rua Augusta, la más comercial, según me habían dicho.
Todavía había poca gente, las tiendas estaban cerradas. Yo estaba desesperada por comprar cosas . “Portugal es lo más barato de Europa!”
En esa línea ni lo dudé . Si tenía 8 horas de escala antes de llegar a Paris, no habia jetlag que me frenase: me iba a ir a comprar ropa en Lisboa no importara lo que pasase.
Así, esperando que abriesen las tiendas, es que me desvié unas cuadras de Baixa-chiado y llegue a la Plaça do Comerço: Ahi ví el Atlántico abrirse por primera vez, escuché las gaviotas que no dejaban de gritar, ví el sol saliente teñir de un color hermoso el mar que golpeaba contra los escaloncitos de la plaza. Ahí es cuando me di cuenta que estaba lejos. Que había cruzado el charco y que estaba en Europa.

La Plaça do Comerço es la principal de Lisboa, tiene colores pasteles, más bien amarillos si mal no recuerdo. Y un museo de cerveza, que no es dato menor.
El primer contacto con Lisboa me encantó. Ni hablar cuando descubrí los pasteis de Belem, o pasteis de nata. Y los tranvías? mama mia que lindos quedan los tranvías en las ciudades. Y si hay empedrado ni te cuento
Dos meses más tarde, mi viaje por Portugal me llevaría de nuevo a la capital lusa. Esta vez,no recuerdo por qué, me quedé como seis días. Una de las ciudades a la que más tiempo le dediqué.
Después de una mala experiencia de Couchsurfing en la Marina de Belem, terminé en la casa de Joao, en Chelas, uno de los barrios mas pobres de Lisboa. Era el equivalente a Dock Sud: monoblocks y mucha gente viviendo en pequeños apartamentos. Cabe aclarar que el concepto de pobreza en Europa nada tiene que ver con el argentino. Y como ya se sabe, el que menos tiene es el que más te da:su mamá y él me recibieron en su casa. La señora, muy viejita, me esperaba con un plato de arroz y peixe frito. ¿Que más podia pedir?

Recuerdo el día que no quise salir a pasear, porque preferí quedarme en esa casa. Observando a la señora mirar televisión, yo sin entender una palabra de ese portugués tan distinto, mirandome a mí misma en una casa de un barrio no turístico en un país que no sabía que iba a pisar. Me acuerdo de la sensacion de sentirme a gusto.
También recuerdo la segunda o tercera noche en que me desperté y por un microsegundo no me acordaba donde estaba: Fue ahí que caí en la cuenta lo mucho que ya venía viajando que por una milésima de milésima de segundo (no puedo describir de otra forma lo rápido que fue) no me acordaba en qué ciudad me estaba levantando. Ya cargaba con varios paisajes en mi mochila.

¿Nunca les pasó que los nombres de un lugar les generen amor? A mi sí. Con “Baixa-Chiado” . Me generan una energía muy linda estos dos barrios.
Los cafecitos con los pasteis de nata son las meriendas más lindas y ricas que tome en Europa. Y ¡baratas!
El cuento de la Revolución de los Claveles me encanta. ¡Hasta en la romantización de su historia es linda Lisboa! Es muy loco, pero me gusta hasta la fecha! El puente principal se llama 25 de abril , fecha en la que la mencionada revoluçao tiró abajo una dictadura de años. Y tengo algo con los abriles y con las fechas taurinas. Me gustan, no sé.

Volviendo a mis anfitriones: Joao trabajaba en una de las atracciones turísticas de Lisboa, el elevador de Santa Justa que, además de tener una de las mejores vistas de la ciudad, conecta los barrios de Baixa con Chiado. Entonces fuimos, gratuitamente. Nos llevó a mí y a las tres norteamericanas que se estaban quedando en su casa. Ah! ¿no lo mencioné? las últimas dos noches llegaron tres estadounidenses para quedarse en su casa, con couchsurfing. Así de grande puede ser el corazón de una casa chica ¿viste?
Una noche, volvíamos de pasear con nuestro ya guía de turismo. Estabamos atravesando la Plaça do Comerço, después de que el nos mostrase el restaurant que Cristiano Ronaldo tiene por la zona. Se estaba llevando a cabo una suerte de recital,había un escenario, camaras, mucha gente y luces. Ahí es cuando empieza a zonar Libertango: me freno en seco. Se me pone la piel de gallina. trato de parecer normal, pero no puedo. Salgo corriendo, tengo que ir a ver. Hace tres meses que me fui de mi país y de mi ciudad y atravesando la plaza principal de la ciudad que hasta ahora más me gustó, escucho la musica de mi tierra, de mi ciudad, de mi pais. El himno porteño de Piazzola estaba sonando en ese instante que yo pasaba por ahí. Se me quedó sin bateria el teléfono, o no lo encuentro. Algo de eso pasó dado que no tengo ninguna prueba del momento. Elijo entonces escuchar y apreciar libertango con todo mi cuerpo. Sentir como lo que me genera mi ciudad natal cuando escucho esta canción, se impregna en toda Lisboa y en esa noche de verano. ¿Como no me va a generar amor?