WORKING HOLIDAY ALEMANIA: MI EXPERIENCIA EN BERLIN

El festival internacional de cerveza de Berlin: 2 kilometros de cervezas de todo el mundo. ¡Había llegado al paraíso!

La realidad es que cuando tramité mi visa de Alemania en Buenos Aires, ir a ese país era la ultima de mis opciones: No solo Berlin en invierno no me había gustado, sino que durante mi Working Holiday en Francia, me había puesto de novia con un chico en Niza y necesitaba un visado que me permitiese quedarme en Europa mas de tres meses (que es lo permitido con una visa turista). 

De esta forma, podría quedarme en Francia un año, sin posibilidad de trabajar, pero aun así, por mas de tres meses (ya que la visa Working Holiday te permite libre movimiento por los países del espacio Schengen)

Pasé de vivir a cinco minutos de mi trabajo caminando en una ciudad pequeña como Niza a volver a la gran ciudad. Berlin me demostró que soy un bicho de ciudad innato

Los meses pasaban y trabajar en negro no era lo que más me gustaba: el ambiente de laburo era un horror, sumado a la presión constante por tener que vender en un restaurante mal gestionado desde el vamos. Además, por mucho que nos quisiéramos con mi novio, yo quería viajar y el quería una vida estable, propio de su cultura: trabajar, ahorrar, tener una casa, hijos, etc. Estas diferencias, eran cada vez mas evidentes conforme pasaban los meses… y con el tiempo, mi permiso para trabajar en Alemania también se iba gastando.

Fue así, que faltando cuatro meses para que expire mi visa WH, tomé una decisión muy importante: me mudaría a Alemania. Le daría una chance a este país en donde se encontraban también unos amigos.  De un día al otro, me fui dos semanas a Berlin para tantear el terreno: ver si la ciudad me gustaba, como me llevaría con el desconocimiento de idioma, y sobre todo, ver como me sentía.

La primer semana, un amigo me recomendó dejar el CV en Hard Rock Café, pues allí no pedían hablar alemán. 

Imprimí un CV en inglés, y me dirigí a esta cadena norteamericana ubicada en el barrio de Charlottenburg. Dos días después volvería pero para ser entrevistada: me querían para trabajar en la tienda de recuerdos, remeras y esas cosas que compran los turistas luego de comer una hamburguesa.

La cerveza en Berlin ocupa el rol social del mate. De ahí a que se tome cerveza en todos lados. Acá, a orillas de río Spree

Fue luego de esta entrevista que cambió por completo mi relación con el universo.

Le dije al gerente que tenía dos problemas:

1) yo solamente me quedaría una semana más, pues estaba “probando” la ciudad y volvería recién a fin de julio. Me respondió que me necesitaban para principios de agosto, que no problem.

2) Mi visa expiraba en noviembre, o sea que solamente me quedaban tres meses de visa. Su respuesta fue “te necesitamos solamente para la temporada alta, así que te podemos hacer un contrato por tres meses”.

Está bien que hablar idiomas ayudaba pero: ¿Quién va a una entrevista de trabajo con tantas condiciones y encima le salen bien? ¿Cómo podía ser que todo se me estuviese dando de forma tan maravillosa?

Ahí entendi que cuando nos alejamos de algo que nos daña, el universo siempre conspira a nuestro favor (en mi caso, un trabajo donde me maltrataban y una relación que me estaba haciendo mal por no tener futuro y sobre todo, por tener un papel en el pasaporte que me limitaba día a dia)

Volví a Niza y me enfrenté con la decisión mas dificil: tener que elegir entre la persona que amaba y lo que quería para mi vida. Y así fue: despidiéndonos con un “ te amo” y con el resto de mis cosas en la valija, emprendí nuevamente hacia Berlin.

Efectivamente, en agosto empecé a trabajar y con el trabajo, la fase de aprendizaje: no hablaba una palabra de alemán y al mes ya había aprendido números y frases como para atender la caja. Los alemanes eran por ademas amables distinto a la imagen que yo tenia: no solo me ofrecían cambiar al inglés o al español cuando percibían que yo no entendía, si no que terminaban preguntándome de dónde venia, que hacia y si me sentía a gusto en su pais.

El idioma del Hard Rock Café es inglés, ya que el 80% del personal es de diferentes partes del mundo, lo que me hizo ganar fluidez y amigos de todos lados.

Por otro lado, tenía otro trabajo: como solo podría trabajar 3 meses y necesitaba ahorrar, no busqué un apartamento, sino que me quedé como voluntaria en un Hostel: por la mañana, servía el desayuno a cambio de vivir ahí.  De nuevo, el universo marcándome el camino: dos trabajos completamente distintos cuyos horarios se me dieron de forma tal que pudiese hacer ambos, y ahorrar.

En cuanto a la ciudad, Berlin es increíble. 

La Catedral de Berlin (Berliner Dom) . Al fondo, la torre de televisión en Alexanderplatz.

 

Me enseñó que siempre hay que dar una segunda oportunidad: la primera vez que la visité era invierno y dejé que el frío y la oscuridad prevalecieran por sobre lo que realmente es…

Festivales de cerveza, recitales en pleno centro de la ciudad, gente haciendo música todo el tiempo y en todos lados.

 Los días duraban hasta tarde, y a lo largo de ellos se extendía la vibra de una ciudad al aire libre que en invierno no goza ni de luz ni de sol.

Si bien el Oktoberfest es en Munich, Berlin tiene su versión en Alexanderplatz (el centro de la ciudad) y se puede comer o tomar en cualquier momento del día

La actitud de un pueblo que sufrió horrores y hasta fue dividido años por una pared se  impregnaba en cada esquina, en cada calle. Poco a poco Berlin me impregnó de ese aroma a libertad que emana su pueblo.

La realidad es que llegué a Berlin emocionalmente destrozada luego de una decisión que me costó meses tomar, pero poco a poco, su gente, la energía y el universo, se encargaron de tomar esos pedacitos y de volverlos a su lugar. Había tomado la decisión correcta: yo. 

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Florencia dice:

    Me encantan tus relatos de viajes, me leí todos. Gracias por compartirlos ♥

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    1. Gracias a vos Flor por tu comentario! me alegra que gusten! Un beso enorme

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